dictados nuevos
Ayer había mucho ajetreo en el aeropuerto. Los altavoces anunciaban la
salida de los aviones y los viajeros caminaban apresuradamente. Yo miraba todo
asustado, ya que era mi primer viaje en avión. Por fortuna, una azafata
ayudaba a la gente y, gracias a ella, llegué a mi asiento.
Ayer estaba sentada en el sofá cuando de repente oí un gran ruido. Me
asomé a la ventana y vi un autobús que había chocado con un semáforo a la
salida del túnel que hay en mi calle. Por fortuna, no hubo heridos, pero...
¡menudo susto!
Aquel 19 de julio era el 18o día de nuestro viaje. Salimos hacia Santiago
de Compostela el día 2. Llevábamos 36 horas andando cuando un esguince en
el tobillo me impidió seguir. Mis 9 amigos continuaron la ruta. ¡Qué fasitico!
Quería llegar con ellos a la ciudad... ¡aunque entrara en 20o lugar! No obstante,
en 1999 lo intenté otra vez y lo conseguí.
Antes de marcharme compañeros quiero pronunciar unas palabras.
Empiezo por ti Ramiro mi gran amigo: muchas gracias por tu apoyo y paciencia.
También quiero agradecerte a ti Elena lo mucho que me has ayudado en estos
años. En fin gracias a todos.
Había veinte personas mirando el viejo árbol. Tres jardineros del
ayuntamiento intentaban talarlo. Cinco vecinos miraban en silencio, pero siete u
ocho discutían acaloradamente con los jardineros. Al final, entre todos
consiguieron salvarlo.
¡Qué buena suerte! ¡Estas vacaciones nos vamos a la playa! Necesitaré
meter en la maleta un montón de cosas: el bañador, la toalla, la
colchoneta....¡Ah! ¡y mi cometa! Me encanta hacerla volar en la playa, ¡es muy
divertido! Lo que pasa es que nunca me acuerdo de dónde la guardo, ¿dónde
estará...? ¡Ah! ¡Ya me acuerdo! ¡Me la dejé en la casa de la playa el verano
pasado!
Casi todos los domingos, voy con mi familia al campo a pasar el día.
También nos acompañan mis abuelos y mi primo Jaime. Normalmente vamos a
los alrededores de un pueblo muy bonito que hay en la sierra. Allí, buscamos la
sombra de un gran árbol y nos sentamos debajo. Cuando tenemos hambre, mis
padres ponen un enorme mantel rojo sobre el que colocamos la comida. Mis
padres siempre preparan una empanada de atún deliciosa y mis abuelos llevan
Don Bruno Blanco es un hombre que vive en un pueblo de Zamora,
cerca de Sanabria. Es un señor muy sociable, pues es conocido en todo el
pueblo y por los alrededores. Por las mañanas trabaja en una fábrica de cristal
y por las tardes dedica el tiempo libre a su afición preferida, el bricolaje. Le
encanta arreglar los muebles estropeados y restaurar los antiguos. Después de
arreglarlos, con una brocha les aplica un barniz especial, que él mismo fabrica,
y así consigue que los muebles tengan un brillo especial. En los pueblos
cercanos todo el mundo habla de él, se dice que con un par de tablas viejas, es
capaz de crear auténticas maravillas. ¡Bruno es todo un artista!
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